Mensaje
por astigmata » Lunes 06 de Enero de 2025, 14:12
Escuché a Broncano respondiendo a Vito Quiles (que es un tipo muy corto de entendederas y que aún lo parece más por su fanatismo) cuando este le echaba en cara el dinero que cobraba, y el presentador le respondió muy bien diciéndole que su sueldo no evitaba que se hicieran hospitales, ya que las partidas del presupuesto dedicadas a televisión estaban ya cerradas y simplemente se elige a que se destina, puede ser un programa puede ser una serie, etc... Broncano tiene razón, impecable en su respuesta, pero nos deja la reflexión si hace falta que la televisión pública vía presupuestos, y las privadas vía subvenciones, amén de otros medios, deban ser regados con dinero de todos.
Tal y como está el mundo actualmente, con muchas posibilidades de contenido a coste privado, soy de la opinión de que los medios de comunicación no deberían recibir un duro, salvando aquellos que precisen financiación y aporten algo distinto (quizás documentales, reportajes, dar un espacio a profesionales de artes escasamente representadas, etc...) y comunicaciones oficiales.
Tenemos estados que tienen presupuestos potentes, pero muy mal empleados. Somos cautivos de un sistema de burócratas que deciden como gestionar el bote mientras los ciudadanos nos envolvemos en batallas ideológicas que no sé si tienen mucho fundamento. Unos nos dicen, No mires donde gastamos, hace falta impuestos para mantener el estado del bienestar. Otros nos dicen No mires como los recursos van siendo absorbidos cada vez por menos manos, haznos caso y vamos a reducir los impuestos y el estado, así tendrás más dinero para consumir pero callan ante la devaluación de la vida de las personas insertas en este sistema, siendo muy complicado acceder a la propiedad de tierra, casa, e incluso el mundo del trabajo se va convirtiendo en un lugar privilegiado al que no todos pueden entrar con facilidad.
La socialdemocracia tiene la obligación de presentar un programa alternativo basado en el uso eficaz del dinero recaudado para llevar a cabo su fines, que son la mejora de la vida de la gente común evitando que las distancias económicas supongan distorsiones sociales, el malgasto y la corrupción estatal es su veneno más letal. El mundo liberal (el de verdad) debe darse cuenta de que no puedes dejar que pocas personas o corporaciones acaparen demasiado poder porque rompes las reglas del libre mercado y se cae en el riesgo de pasar a un mundo feudalizado donde pocos disponen de la propiedad de los bienes y controlan la iniciativa privada al poder castrar toda competencia.
Ambos tienen como enemigos a los monopolistas, que cada vez son más fuertes y matarán las ideologías, porque no habrá ciudadanos para seguirlas, solo empleados, consumidores y marginados. Entre tanto seguimos enzarzados en pequeñeces sin mirar el ojo de Sauron, seguimos riendo las gracias a los Bezos, Musk, Zuckerbergs, y demás ralea con sus excentricidades y discutimos sobre si una vaca en una estampa es una ofensa, o si un señor que se tiró al suelo para embarrizarse haciendo el canelo antes de una retransmisión debe llevarnos a leyes censoras contra pseudomedios.