Yukio escribió: ↑Domingo 14 de Diciembre de 2025, 11:36
Yo era de los que quería que siguiese Gilsanz. Sin embargo, era igualmente consciente de que los que mandan no lo querían. Asumiendo que el cambio iba a producirse, la opción de Antonio Hidalgo me pareció muy buena en su momento. No estoy entre los que alertaron sobre los síntomas preocupantes del equipo incluso en momentos de resultados positivos, a los que hoy no se puede menos que dar la razón; si no toda, mucha, muchísima. Mi postura, sin ser una radical defensa del entrenador, sí ha sido de paciencia y cautela. Hoy me siento un poco más cerca de los detractores.
Habrá quien piense que es la calentura que producen uno o dos resultados, nada menos que dos derrotas contundentes y consecutivas en Riazor. No es mi caso en absoluto. Soy una persona muy mayor, es posible que la mayor del foro, y aunque conozco viejos muy emotivos, a mí los años me han hecho cada vez más paciente. Otros dirán que lento. El caso es que yo sé que, si encuentro un asidero para esa paciencia, bien podría tragarme dos derrotas seguidas y abultadas como local. Pero existe un factor que pesa un montón en mi juicio sobre cualquier entrenador, que es la
gestión de la adversidad.
La gestión de la adversidad puede marcar la diferencia entre un tropiezo y una crisis. En el momento en que detecta un problema, el míster interviene; y de la lectura de la situación que haga y las decisiones que tome, dependerá el devenir del equipo. Es como un médico: percibe síntomas alarmantes, pasa a quirófano y mete el bisturí. Si se precipita, puede matar al enfermo; si se duerme, puede matar al enfermo. Necesita una precisión quirúrgica, nunca mejor dicho, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Y para eso tiene que tener (y demostrar) conocimientos y personalidad. Ante un caso complicado, un doctor podría salir corriendo o buscar maneras de eludir la responsabilidad, pero si de verdad tiene carácter y formación, buscará soluciones. O, al menos,
no empeorar las cosas.
Los dos últimos partidos han puesto a Hidalgo ante la adversidad. Los rivales no se han puesto por delante por casualidad, por muy cierto que sea que también nosotros pudimos adelantarnos y cambiar el guion del encuentro. No, los rivales se ponen por delante porque el equipo arrastraba dudas y déficits y era algo que por naturaleza acabaría sucediendo. Importa poco si por mérito del adversario o demérito nuestro: tarde o temprano, es normal que ocurriese. Y justo ahí, en su momento de intervenir, Hidalgo ha fallado de manera estrepitosa, grave y absolutamente perjudicial para los intereses el equipo que dirige.
Contra el Castellón, rompió la estructura del equipo con los cambios y aseguró la derrota. Un empate en casa contra el Castellón no me parece un buen resultado, pero es responsabilidad del entrenador entender que en un día malo tiene que mantener abierta hasta el final la posibilidad de puntuar. Sí, lo vamos a criticar si no pasa del empate, pero él debe ser frío y comprender que no puede jugárselo todo a cara o cruz. Respeto la valentía, pero esto no tuvo nada que ver. Fue oportunismo temerario.
Porque, si fuese valentía,
la lectura de cara al encuentro contra la Real Sociedad B sería diferente. Tu equipo viene de una derrota dolorosa, juegas en casa de nuevo y tienes delante un rival que no ha sumado a domicilio. Si eres valiente de verdad, tienes el escenario perfecto para demostrarlo: envía al equipo a presionar con fuerza la primera línea del adversario, que además demostró dudas desde el primer minuto. Carga arriba, recupera todos los balones que puedas en campo rival y de paso te evitas el bochorno de cada penoso intento de salida jugada desde atrás, algo para lo que en este momento no tenemos herramientas, sea por falta de jugadores o por falta de mecanismos o por falta de ambas.
No, la gestión de la adversidad con una semana para pensar en ello volvió a ser deficiente. Luego, dentro del partido con 0-1, tampoco solucionó nada, al contrario. El resultado es el que tenemos: lo que pudo ser un tropiezo contra el Castellón (quizá ni eso) se ha convertido en una crisis. Si Hidalgo va a gestionar de este modo los vientos en contra, no necesito esperar ni un día más para saber que no lo quiero. No me sirve y lo sé ahora. Porque quedan por delante un montón de momentos de adversidad con los que lidiar, y la falta de pericia, recursos, carácter y clarividencia que está demostrando dejan muy claro que esto se va a reproducir si tenemos la fortuna de alcanzar las instancias decisivas (partidos que sí decidan si asciendes o no, si entras en play-off o te quedas fuera).
Esto, en mi opinión, es infinitamente más grave que una idea de juego equivocada o un juicio erróneo sobre tal o cual futbolista. Como sé que no lo van a despedir mañana, lo único que puede salvarle es poner encima de la mesa la personalidad y los conocimientos que se le presuponen y hacerlo de inmediato, con efectos instantáneos. Pero
sospecho que no lo va a hacer. Y lo sospecho porque su diagnóstico en rueda de prensa habla de cerrar la portería con urgencia. Que dejar el arco a cero nos ayudaría es una obviedad, pero si pones el foco en ese aspecto, lo único que vas a conseguir es volver al punto anterior: en cuanto eso se rompa (que se romperá) y el rival se ponga por delante, ¿qué vas a hacer? ¿Volver a convertir el tropiezo en una crisis? No, Antonio, no es cerrar la portería. Es utilizar todo lo que tienes para abrir la portería rival. Porque, como tienes más herramientas para ello que muchos otros, lo que te corresponde es encontrar más formas para lograrlo que los demás. Tener repertorio.
Por el camino del guion único, conservador y simplista te vas a suicidar. Y me importa poco si quieres hacerlo: Antonio Hidalgo se irá y el Deportivo seguirá. Lo que me preocupa, si el entrenador no rectifica radicalmente la lectura expuesta en la rueda de prensa de ayer, es que estamos entrando en el peor de los escenarios: el de la
pérdida de tiempo. El de desperdiciar valiosísimas jornadas antes de tomar decisiones y aprovechar una oportunidad maravillosa de pelear por un ascenso a Primera División. A esto hay que darle la vuelta y no es admisible esperar a ver cómo falla una receta a todas luces absurda. Alguien tiene que asumir responsabilidades, sentarse con Hidalgo y preguntarle qué va a hacer. Y si el plan es fundamentalmente "cerrar la portería con urgencia", lo siguiente que tiene que hacer Antonio es escuchar la palabra "despedido". No por lo que ha hecho hasta ahora, sino por lo que pretende hacer y estamos a tiempo de ahorrarnos.