El problema de la continuidad de Óscar Gilsanz es la de Fernando Soriano.Yukio escribió: ↑Lunes 14 de Abril de 2025, 10:26Yo quiero un entrenador que acierte al confeccionar las alineaciones. Que sea capaz de dotar al equipo de herramientas para adaptarse a los guiones previsibles de los partidos y también a los inesperados. Que sea más rápido que el técnico rival al interpretar situaciones. Que haga cambios eficaces en el momento justo. Que sepa cerrar los partidos con balón. Que sepa cerrar los partidos sin balón. Que demuestre que trabaja el balón parado. Que luzca en el juego en estático. Que no sea un kamikaze y meta al equipo demasiado arriba. Que no sea un amarrategui y cuelgue al equipo del larguero. Que me permita disfrutar con mi equipo, con fútbol combinativo y vistoso. Que no le pida al equipo que maree demasiado la pelota con pases que no sirvan para avanzar, porque me gustan las transiciones rápidas. Que el equipo demuestre tener una identidad. Que el equipo sea flexible. Que el equipo sea competitivo. Que el equipo sepa perder tiempo cuando toca, pero sin cargarse de tarjetas. Que le dé bola a los canteranos más prometedores y les permita cometer todos los errores inevitables en el proceso. Que no queme a los jugadores de la primera plantilla, ni por dar demasiados minutos a los mejores, ni por marginar a aquellos que no rinden. Que los tenga a todos enchufados. Que haga mejorar a cada jugador que pasa por sus manos. Que entienda los valores que quiero que tenga mi club y los demuestre con palabras y comportamientos. Que en rueda de prensa exponga lo necesario para estimular a la plantilla y a la afición. Que cuando nos perjudiquen los árbitros, diga lo que tiene que decir para provocar que nos dejen de perjudicar. Que cuando nos beneficien, diga lo que tiene que decir para que vuelvan a beneficiarnos la semana siguiente. Y claro, por descontado, quiero que gane siempre, que gane más que ningún otro entrenador, porque si no lo hace, al que quiero es a ese otro, al que gana más que él.
No es un mensaje para generar controversia. No hay nada de sarcasmo en todo lo que acabo de escribir. Tengo 69 años y aunque ahora no soy socio por estar muy lejos de Coruña por motivos familiares, no recuerdo cuándo fue la última vez que me perdí un partido del Deportivo. Y como no me ha dado por mirar obras, pues desde hace algún tiempo os leo a vosotros con atención. Os respeto de verdad a todos, tanto a los que a menudo representan mi opinión como a los que casi siempre exponen justo lo contrario de lo que pienso. Creo que es un estupendo lugar para leer sobre el equipo, mucho más que cualquier medio de comunicación de la ciudad, porque ya no queda ninguno capaz de superar con creces el seguimiento y análisis que podría hacer cualquier inteligencia artificial debidamente entrenada.
No sólo quiero un entrenador con todo lo que he puesto en el primer párrafo, sino que además creo que todos los que coincidimos aquí lo querríamos. La primera vez que fui al estadio con mi padre, el entrenador del Deportivo era un señor que se llamaba Roque Olsen. Os confieso la pura verdad, eso lo supe después, porque no me fijé ni aquel día ni en todo el año, que yo recuerde. Y eso que fuimos campeones de Segunda ese año. No sé si las cosas eran de otra manera en esa época o sólo era que yo era un niño, pero mi impresión es que el entrenador no era tan importante para el aficionado. Yo iba al estadio a ver a Pegaso y a Montalvo, que eran mis favoritos. El fútbol se veía de forma más sencilla, o lo veía yo, porque ya digo que es bastante posible que fuese porque yo era muy joven y no me enterase de la película. Y me gusta más el análisis más profundo que se hace ahora. El caso es que después de aquel Roque Olsen argentino, que nos ascendió, pasaron tantos entrenadores y tan diferentes uno del otro que creo que ni haciendo mucha memoria podría componer una lista que incluyese a la mitad siquiera.
¿Y sabéis que pasa? Que el entrenador que he descrito arriba no lo he visto nunca. Ni en el Deportivo, ni en ningún otro equipo. Claro que he visto unos cuantos que me han gustado, tanto en mi equipo como en los rivales. Desde hace 20 o 30 años, quizá más, me gustan mucho algunos técnicos jóvenes que llegan a la elite con una preparación tremenda y ganas de hacer cosas nuevas y reinventar este deporte, asumiendo riesgos con gallardía y dando espacio a la imaginación, que siempre es muy de agradecer. Pero también es verdad que en esta última etapa, con tanto seguimiento en los medios y tanta exposición, cada vez se hace más complicado distinguir entre lo que se expone en el escaparate y lo que hay de verdad. Sí, también he visto en el Deportivo unos cuantos entrenadores que prometían una barbaridad por todo lo que contaban y luego, a la hora de competir, lo cierto es que había muy poca cosa detrás de las palabras. Ya soy muy mayor para sembrarme rencores innecesarios, así que disculpadme por intentar ser un poco zen y no dar nombres. Supongo que, a su manera, quisieron hacerlo bien, pero no eran las personas adecuadas, ni el club adecuado, ni el momento adecuado.
Por suerte, yo no tengo que escoger al entrenador para el Deportivo. Me daría mucho dolor de cabeza, me preocuparía mucho por intentar acercarme a ese ideal imposible que intenté describir al principio. Y como no lo conseguiría, caería en lo mismo que caemos todos los viejos, que son las manías. Mi manía más acusada, creo, es que casi todos los días caigo en el convencimiento absoluto de que, como soy tan mayor, veo venir a todo el mundo, desde el carnicero que me vende los filetes hasta los políticos, no digamos ya los entrenadores del Deportivo. Luego mi esposa se ríe de mí por ser así y se me pasa un poco. Por supuesto que no veo venir a nadie, o unas veces sí y otras no, como todos. Pero al final, yo sé que acabaría dividiendo en dos grupos a los entrenadores que pudiese fichar: el que está más preocupado por aparentar y el que está más preocupado por trabajar. No son cosas excluyentes, para mí son como extremos de un espectro y sitúo a los entrenadores un poco más allá o un poco más acá. Fijaos si tengo la manía bien metida en los huesos, que creo que podría ordenar dentro de ese rango a todos los entrenadores que he visto en el Deportivo.
Hubo algunos a los que les preocupaba bastante o mucho aparentar, que sin embargo no eran malos. Tenían talento y por eso hasta se podían permitir un poco jugar al juego de las apariencias. También hubo algunos bastante trabajadores que simplemente no tenían capacidad. Pero al final, lo que a mí me dice la experiencia es que el club siempre va por mejor camino cuando elige gente más preocupada por el trabajo. No es garantía de nada, porque por desgracia en esto no hay garantías, pero lo que yo he aprendido con el tiempo es que cuando el perfil escogido es ese, los problemas tienden a ser menos y menos dañinos, aunque los haya; y la mejoría, los ascensos y las victorias están un poco más cerca de llegar. No os equivoquéis, no trago con lo que sea. Cuando era más joven, hubo entrenadores que eran currantes, que ganaban lo suficiente y aun así a mí no me gustaban y si hubiese estado en un foro, habría dicho que quería que los echasen. Pero ahora ya tengo más claro que todos los entrenadores, sin excepción, están un tiempo y luego se van. Cada uno tiene su etapa. Supongo que mi planteamiento es cobarde y conservador, aunque yo no lo vea así, pero yo ya nunca voy a querer que despidan a un entrenador que tienda al extremo trabajador de mi espectro imaginario, con las características propias de esa zona del rango, mientras vaya ganando lo suficiente. Porque más allá de que me guste más o menos, estoy seguro de que con un entrenador así estaremos más cerca de ganar y crecer, porque lo he visto ya muchas veces; pero sobre todo, porque tengo la certeza de que con esta clase de técnico, cuando haya que cambiar no estaremos en caída libre. Y ya he visto unas cuantas caídas libres para saber lo difícil que es levantarse, porque el entrenador pintón que nos lanza al abismo se va y aquí quedamos el resto, remando para salir de un pozo al que seguimos cayendo mucho tiempo después de despedirlo.
No sé si alguien me quitará razón en que Óscar Gilsanz es un ejemplo claro del perfil trabajador. Como he dicho antes, claro que hay ejemplos de este estilo de entrenador que no tenían capacidad. No tengo conocimientos para determinar si Óscar Gilsanz es bueno pero, desde mi punto de vista, ya ha sacado demasiados puntos como para ser malo. No me gusta todo lo que hace. Me gusta, en términos generales, el camino en el que sitúa al Deportivo, que está más cerca de llegar a la situación en que pueda acertar de pleno y tener un entrenador y un equipo ganador; y más lejos de hacer el ridículo en la tercera categoría del fútbol. Si no es Óscar Gilsanz, que es posible que no lo sea, su trabajo dejará un legado que facilitará el progreso. Pero no se puede correr más que el tiempo sin tropezar en cada segundo, de manera que mientras perciba que con Óscar Gilsanz buscamos ir por ese camino, yo apuesto por respetar su etapa como parte de un proceso mucho más largo y grande que él, que probablemente necesitará de más de un entrenador. Que nadie cambia a Bebeto por Uralde, pero para disfrutar a Bebeto y a Makaay, hubo que pasar por Uralde y antes que él por Castro y por Traba.
Los viejos ya lo vemos todo en clave de historia, supongo. Y creemos que el presente no es tan importante, o que no se sabe lo importante que es hasta que se convierte en pasado. Y además tenemos miedo al futuro, porque nos queda poco. Entonces, como les digo a mis nietos, despacio y sin parar. He escrito esto porque creo que algunos tenéis prisa por ascender. Yo también la tengo, más que muchos de vosotros porque me veo en la caja sin volver a vernos en Primera, pero ascenderemos este junio o en junio de 2026 o en los sucesivos, no existe ninguna otra opción. Despacio y sin parar. Con Óscar Gilsanz vamos en esa dirección, puede que no a la velocidad ideal, puede que no con el barco más bonito o más robusto, pero vamos. Eso es, para mí, más importante que el hecho de que me guste muchísimo. Pero respeto vuestras opiniones. Os digo lo que dice cualquier abuelo, nada más. Cuidado con los atajos, con los cambios de rumbo y con los barcos bonitos, que cuando naufragas tienes que construir todo otra vez antes de poder navegar. No antes de navegar a toda vela, sino simplemente navegar, aunque sea despacio. No es que yo tenga razón y los que opináis otra cosa no. Sólo es lo que pienso y lo he escrito un poco como contrapeso a esas otras visiones. Que nadie se enfade.
Un abrazo a todos y gracias por las horas de lectura. Forza Dépor desde el otro lado del mundo.
Si sigue el primero, sigue el segundo. Y eso sí que me da miedo.